La pataleta de José Castro en el tema Vitolo

Si no contamos el fichaje de Vinicius Junior por el Real Madrid, que a pesar de haberse anunciado a finales de mayo y de haber costado 45 millones de euros, no se vestirá con la elástica blanca como mínimo hasta julio de 2019; el refuerzo de campanillas en lo que llevamos de verano en la Liga Santander no es otro que el de Víctor Machín, alias Vitolo, por el que el Atlético de Madrid ha pagado 40 millones de euros, convirtiéndolo hasta la fecha y tras el adolescente brasileño, en el fichaje más caro del campeonato español. El jugador canario se presentó el miércoles en las oficinas de la LFP y para sorpresa del sevillismo, pagó la cláusula de rescisión para terminar jugando en Las Palmas hasta enero.

El Atlético, como empieza a ser habitual por estas épocas, se encariña de un jugador del Sevilla. El año pasado fue Gameiro. Y este, pues Vitolo. Bien. Hasta ahí todo normal. Era un secreto a voces que a Simeone le gustaba, y de qué manera, el perfil del internacional español. Tal era la escasa discreción que los medios de comunicación daban por hecho el fichaje, pago de cláusula mediante, mucho antes de que el propio futbolista la llevara a cabo. Sin embargo, lo que no entraba dentro del guion era la primicia que horas antes de que Vitolo efectuara su salida lanzó el presidente hispalense en la presentación de Banega y Pizarro: “Vitolo vestirá nuestra camiseta las próximas cinco temporadas (…) No hemos hablado; hemos actuado”.

José Castro, sin él saberlo, se estaba pillando los dedos de mala manera al anunciar un acuerdo de renovación con Vitolo. Al parecer, tenía el OK del jugador a través de sus agentes y su padre. Y sin esperar a la firma del propio Vitolo, a sabiendas de que el Atlético no iba de farol, lo anunció a los cuatro vientos. Mientras aquello ocurría en la sala de prensa sevillista, los dirigentes del Atleti se estaban encargando de seducir al jugador con una contraoferta mareante: irrechazable. No cabe duda, por los acontecimientos, que no le estaban garantizando un puesto en el once del Cholo —que imagino que también, claro— sino que estaban aumentando los ceros a la derecha de su futura nómina. Sólo así se explica que horas antes diera el sí a su continuidad en el Sánchez Pizjuán  —sabiendo cómo sabía que los rojiblancos iban a pagar su cláusula— para después dejar sin fundamentos, y con un buen mosqueo, a su ya expresidente.

La cosa está ahora así: Vitolo jugará hasta el mes de enero en Las Palmas, ya que el Atlético debido a la sanción de la FIFA, no puede inscribir jugadores hasta entonces. José Castro, a quien le dimitió el mismo miércoles su vicepresidente, José María del Nido Carrasco según apuntan por discrepancias y por el caso Vitolo como detonante, quiere tomarse la justicia por su mano y llevar hasta donde se pueda lo que para él tiene validez: las firmas de los agentes y del padre de Vitolo. No hay que ser un lumbreras para darse cuenta que Castro se siente traicionado y hasta ridiculizado y que actuará hasta las últimas consecuencias. De buen seguro que si no se hubiese pronunciado públicamente otro gallo cantaría, pero le pudo el ansia de soltar, es obvio, el bombazo.

Lo normal sería aceptar la derrota, si es que puede definirse como tal, agradecer los años y servicios de Vitolo en el Sevilla, que no han sido pocos y no han sido en balde precisamente, y pensar en qué va a gastarse los 40 millones de euros que además le ha dejado en las arcas el canario. Intentar que sancionen al jugador con equis meses sin competir, que deba pagar una multa de 10 millones y demás historias, de verdad, lo única que hace es dañar todavía más su imagen y, por ende, la del Sevilla. ¿No sabe José Castro que a los jugadores —y me temo que a cualquier trabajador del planeta— les mueve la ambición y que la ambición viste de verde? No, no me lo creo. Para la próxima, menos hablar y más actuar.

Fichajes: altas y bajas 2017/2018

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]