El Barça se hunde en Pucela

Messi Valladolid

El José Zorrilla sirvió de escaparate para demostrar, de la forma más clarividente posible, que el FC Barcelona se encuentran inmerso en su mayor crisis futbolística de los últimos años. Exceptuando los primeros diez minutos de la segunda parte, el Barça estuvo completamente desaparecido ante un Real Valladolid que, sacándole el máximo partido a sus virtudes, dominó el partido y se hizo con tres puntos muy merecidos, gracias al gol de Rossi.

Lo peor de todo es que, a pesar de jugar contra un rival en puestos de descenso, el tropiezo del Barça se veía factible desde antes del inicio. No por las citas previas de las selecciones, ni por la futura de Champions ante el City. Tampoco el estado del terreno de juego. El Barça lleva un par de meses navegando entre dudas en cada partido, sea cual sea el resultado. El pasado domingo goleó al Amería por 4-1, pero las sensaciones del equipo fueron muy preocupantes.

Desde el punto que logró en el Vicente Calderón en la última jornada de la primera vuelta, el FC Barcelona ha sacado 14 de los últimos 27 puntos posibles. Si nos centramos en sus partidos a domicilio, observamos un paupérrimo botín de 5 puntos en los últimos 5 encuentros -y la próxima salida es el Santiago Bernabéu-.

Desde anoche, el debate se ha centrado en la actitud de los jugadores culés. Y es cierto que esta no parecía propio de un equipo que se podría estar dejando un puñado de Liga en Valladolid. Quizás esa desgana a la hora de competir un partido tan apático como vital, se deba a que los jugadores han dejado de creer en la figura del Tata Martino. Aún así, sería muy optimista pensar que los problemas del Barça se solventarían con unos jugadores más enchufados.

El Barça muestra carencias en prácticamente todos los aspectos del juego. Ni siquiera es una sombra de ese rodillo al que nos había acostumbrado durante los últimos años. El plan de juego no está claro, y los jugadores actúan dejándose llevar por su intuición y calidad individual. Lejos ha quedado ese juego colectivo y automático, dando cada pase y movimiento con la finalidad de crear ventajas. El Barça ya no brilla ni en el ataque estático que tanto le ha caracterizado, y para crear ocasiones tiene que encomendarse a una genialidad de sus cracks, un error del rival o un contragolpe.

Los problemas defensivos han existido durante toda la temporada. Víctor Valdés tiene más trabajo que nunca, y es consecuencia de los problemas de sus compañeros para robar. Aquella presión tras pérdida orquestada por Busquets y acompañada por todo el equipo, que ahogaba a su rival hasta aniquilarlo, ya forma parte de la historia. Sea cual sea el rival, es capaz de sacar el balón con limpieza. En el caso del Valladolid, ni siquiera tuvo esa necesidad porque los balones largos para Manucho y Javi Guerra -qué partidazo del delantero malagueño- fueron un quebradero de cabeza para Piqué y Mascherano, que siempre sufren cuando tienen que bregar contra dos puntas.

El club y los aficionados más optimistas se citan para lavar la imagen en el partido ante el Manchester City. El plus que siempre da jugar en casa y la tranquilidad que aporta una ventaja de 0-2, son dos factores clave para intentar levantar la moral de este equipo. Pero los problemas son tan profundos, que ni siquiera enganchar un par de buenos resultados los arrancaría de raíz. Hace tres semanas, cuando se venció en Manchester, parecía que la eliminatoria quedaba vista para sentencia. Y en condiciones normales sería así, pero ahora mismo la situación culé es de todo menos normal.

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Daniel Iglesias

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